Dentro del ránking de las dudas y vacilaciones ortográficas hay una que se sitúa muy arriba a juzgar por las consultas que recibo y por lo que veo escrito por ahí: la diferencia entre por qué, porque, el porqué y por que en todas sus variantes, es decir, junto o separado, con tilde o sin ella.
Vamos a empezar con la variante en dos palabras y con tilde: por qué. Esta es una combinación de una preposición(por) y un adverbio interrogativo o, a veces, exclamativo (qué). Sirve para preguntar por la causa de algo. Su uso más frecuente y más claro lo encontramos en las oraciones interrogativas directas:
(1) ¿Por qué no te casas?
Si leemos en voz alta la oración anterior, nos daremos cuenta de que el adverbio qué es tónico. Eso explica que lleve una tilde diacrítica que lo distingue de otros ques que en la oración carecen de acento prosódico.
Por qué también se utiliza en las oraciones interrogativas indirectas, como, por ejemplo:
(2) No sé por qué no te casas
Como vemos, también aquí el adverbio qué es tónico, lo que justifica su tilde diacrítica. En la oración anterior, podemos reconocer que nos hallamos ante una interrogativa indirecta porque tenemos la posibilidad de construir la correspondiente interrogativa directa:
(3) Hay una cosa que no sé: ¿por qué no te casas?
Si tenemos claro este primer uso, también está a nuestro alcance el segundo, es decir, junto y sin tilde: porque. En el ochenta por ciento de los casos, este no es sino la contestación a un ¿por qué?:
(4) ¿Por qué no me caso? Porque no me da la gana
En el ejemplo anterior tenemos la secuencia completa de pregunta y respuesta: ¿Por qué…? Porque… Ni que decir tiene que la pregunta puede quedar sobreentendida y que nos podemos encontrar el dichoso porque sin pregunta previa, como aquí:
(5) No se casó porque no le dio la gana
Pero entonces podremos formular la pregunta correspondiente, como es fácil comprobar. Siempre que le podamos buscar un ¿por qué? a nuestro porque, querrá decir que se escribe junto y sin acento. En este uso, porque es una conjunción causal, es decir, tiene la función de introducir una oración que explica el motivo de algo.
En tercer lugar tenemos el porqué, en una palabra, con tilde y con el artículo delante. Se trata aquí de un sustantivo que procede de la lexicalización de la secuencia interrogativa que veíamos en primer lugar. Podemos parafrasearlo como el motivo. Se escribe siempre junto y acentuado y es el más fácil de reconocer gracias al artículo, que obligatoriamente lleva delante. Veamos un ejemplo:
(6) Cuando analizo el porqué de aquella ilusión óptica, hallo pronto su causa (José Ortega y Gasset: Ideas y creencias)
Como es un sustantivo a todos los efectos, podemos incluso pluralizarlo:
(7) Cuando analizo los porqués de aquella ilusión óptica, hallo pronto su causa
Es fácil cerciorarse de que, como decíamos, se puede sustituir por el sustantivo motivo:
(8) Cuando analizo el motivo de aquella ilusión óptica, hallo pronto su causa
(9) Cuando analizo los motivos de aquella ilusión óptica, hallo pronto su causa
La secuencia menos frecuente es la que se escribe en dos palabras y sin tilde: por que. La dejo para el final porque, a efectos prácticos, es la que menos dificultades nos va a plantear, ya que se presenta en pocas ocasiones. Aquí podemos tener bajo una misma forma dos estructuras sintácticas muy diferentes. En el primer caso, se trata de una preposición regida por un verbo a la que le sigue una conjunción. No se puede fundir en una palabra precisamente porque la preposición depende del verbo:
(10) El gobernador se preocupó por que el proceso electoral se desarrollara limpiamente
El verbo preocuparse rige la preposición por; preocuparse es preocuparse por algo. No es ya que el fundir la preposición con la conjunción que venga a ser como despojar al verbo de algo que le pertenece, es que si hacemos esto el significado puede modificarse radicalmente. Compara la oración (10) con esta otra:
(11) El gobernador se preocupó porque el proceso electoral se desarrollara limpiamente
Si el ejemplo (10) significaba que el gobernador puso todo su empeño en garantizar la limpieza del proceso, en (11) lo que tenemos es una conjunción causal y lo que indica es que la limpieza del proceso es causa de preocupación para el gobernador; vamos, que no tiene mucho interés en que las elecciones sean limpias. Con una simple falta de ortografía le estamos dando la vuelta al significado y podemos estar calumniando a un íntegro servidor del estado (imagínate la que podemos organizar).
La preposición también puede depender de un sustantivo (12) o incluso de un adjetivo. En estos casos se mantiene la escritura en dos palabras y sin acento:
(12) Los anuncios de las compañías muestran su interés por que los colores corporativos tengan un significado simbólico (Elena Añaños y otros: Psicología y comunicación publicitaria)
La otra estructura sintáctica que se puede esconder detrás de esta grafía es la formada por la coaparición de una preposición y un pronombre relativo (13). Se trata de una forma culta y, precisamente por eso, poco frecuente. No es demasiado difícil de reconocer porque admite la inserción de un artículo, como vemos en (14):
(13) La razón por que manda el príncipe debe ser únicamente que así se lo manda Dios (Benito Jerónimo Feijoo:La política más fina)
(14) La razón por la que manda el príncipe debe ser únicamente que así se lo manda Dios
Y, por último, para terminar de volvernos locos, hay un caso que admite la grafía en dos palabras o en una, pero siempre sin acento: cuando la secuencia de marras tiene valor final, es decir, cuando indica un para qué, como en (15) y (16):
(15) Lucharé por que se sepa la verdad (= para que se sepa)
(16) Lucharé porque se sepa la verdad (= para que se sepa)
Tanto la grafía de (15) como la de (16) son correctas.
Y eso es todo. Si has llegado hasta aquí, te felicito porque has sido constante… o, espera, ¿cómo había que escribirlo?
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